Nota del director: El Poder de escribir
Chile, Región Metropolitana, Santiago, 1926.
“Estoy escapando con la mujer que llenó mi corazón de fuego. Con toda la energía que me entrega ella al estar conmigo. Es mi energía, mi pasión, mi todo. En estos momentos, está naciendo un nuevo Vicente”. Un hombre sentado en el asiento trasero de un Ford modelo-T grita, vestido con un abrigo negro que le envuelve por completo, tiene una barba larga, usa una boina, gafas ópticas y una placa dental que le distorsiona el rostro. Junto a él, sobre el auto, se encuentra Ximena Amunátegui, de 16 años, inmóvil, cagada de miedo, temblando enterrada en el asiento, observando al viejo de mierda que habla sobre su amor. Mientras el vehículo escapa por las exclusivas calles de Santiago de Chile, el viejo mira fijamente a la muchacha sin decir nada, simplemente sonríe mostrando de manera repugnante su boca. El hombre continúa hablando a viva voz. “Nada será fácil, porque todos nos atacarán y querrán lo peor de nosotros dondequiera que estemos. Eso no me interesa; estamos completos y, de aquí en adelante, ni siquiera las gigantes montañas de la cordillera de los Andes nos detendrá”. La joven, sin entender nada, está sumida en un terrorífico momento de secuestro. El conductor descubre que otro automóvil los sigue, a pesar de haber intentado varias maniobras para despistarlos sin éxito. El viejo mira hacia atrás, saca un revólver de su bolsillo interno del abrigo. La muchacha comienza a llorar con mucha más fuerza y terror. “Tranquila”, le dice el viejo sonriendo, “esto no es para ti”. Sobre la carretera rumbo a Pudahuel a una alta velocidad, el viejo abre la puerta del vehículo y asoma la mitad de su cuerpo, comenzando a disparar a las ruedas del auto que los persigue, logrando su objetivo. Satisfecho, regresa a su asiento y termina su monologo mientras enfunda su arma. “En mi patria, que se limita sobre este vehículo, la religión no tiene incidencia, y la política y el arte somos nosotros. ¿Entiendes, amor?” Se quita la barba, las gafas y la biona. ¡Vicente!, Exclama la chica, lanzándose sobre sus brazos, agregando, “Viniste por mí”.
Argentina, Buenos Aires, 2018.
Es verano y está lloviendo torrencialmente en la capital argentina. Una tormenta que dificulta la visión y el andar. La temperatura es de unos 35 grados y va disminuyendo debido al aguacero. El ambiente está húmedo, similar al caribe, aunque más agradable y soportable. El verano está en su apogeo, y los rayos caen, generando un ruido ensordecedor al rato. El día es cálido y oscuro, dando la impresión de ser las 8 de la tarde todo el día. Viajé de jeans y polerón, que hueón fui, porque hace un calorazo.
Estoy de pie en la gran Avenida 9 de Julio y anoto en mi libreta: “Estoy aquí para cumplir mi objetivo, y una tormenta no me detendrá”. Me lo imagino esto mientras estoy en la parada, todo empapado, esperando el colectivo 10 o el 17 para viajar rumbo Avellaneda. Sobre el colectivo, apretado viajando con los trabajadores de vuelta a sus hogares ubicados en los barrios, sin ninguna diferencia respecto a mi origen.
Saliendo de capital, cruzando el puente Pueyrredón desde donde se divisan las torres que hace explotar “El Bombita”, el personaje que es interpretado por Ricardo Darín en la película “Relatos Salvajes” de Damian Szifron. Donde en esa historia el personaje hace explotar una estación de cobro para liberar su auto de los corrales policiales. ¡Qué buena peli!
No olvido que estoy aquí para comprender la ficción. He venido para aprender a crear ficción y para vivir inmerso en ella.
Hace aproximadamente dos vidas, Vicente Huidobro visitó Buenos Aires en una jugada arriesgada que le trajo valiosas lecciones. Él y su joven pareja, Ximena Amunátegui, por un tiempo corto se instalan por las callecitas porteñas, para así inmortalizarse entre sus pares locales. Armando un grupo selecto de disparadores de prosa. Abriendo camino para navegar eternamente a través de las líneas grises de un cuadernillo.
No me comparo con Huidobro, ni cagando, solo comparto su idea sobre la labor del artista, que debería ser: Ampliar y no limita, expandir y no comprimir.
En Argentina, el gobierno es de Mauricio Macri, y su gestión ha desencadenado varios debates sociales que han afectado a la clase obrera. La influencia de la ultra derecha en el país, con una política neoliberal, ha llevado a la sociedad a una situación crítica. Hasta ese momento, en el continente sudamericano, era desde arriba hasta abajo, ultramente fachos. Comenzando por EE. UU, estando a la cabeza con Donald Trump. Después, bajando por el continente, el resto de los países se peleaban los liderazgos a codazos. Entre, Colombia con Iván Duque, Chile con Sebastián Piñera, Brasil con Jair Bolsonaro y por su puesto, Macri en Argentina, poh. La estrategia consistía en fomentar el patriotismo hacía la bandera en lugar de la solidaridad entre los ciudadanos. Se promovía la idea de que poseer un arma era sinónimo de felicidad y seguridad, y se alentaba el amor desmesurado por Dios, los militares y la policía, y odiar rotundamente a los “comunistas”.
Y así, tomar todo el continente para unificar una política ultra conservadora a favor de los intereses de las empresas, bajo la explotación de todos los minerales naturales que tiene cada país.
Además, sumaba el golpe de estado realizado a Evo Morales en Bolivia, con Jeanine Añaez colocada en el poder por un grupo selecto de millonarios adictos al poder. Los motivos de estas personas, según sus dichos, es erradicar el “comunismo” ¿Por qué? Porque no les gusta, y ya. Los pocos presidentes que se agarraban a codazos por acá en el sur, Intentaron realizar un golpe de estado contra Venezuela, entrando por Cúcuta guiados por Juan Guaidó. Lo que les salió bastante mal.
El único deseo de los ultraderechistas es obtener el poder absoluto para así manipular las leyes a su favor y sacar ganancias de ello. En Chile, bajo el poder del gobierno de Sebastián Piñera, se perciben actitudes de burla hacia los ciudadanos. El ministro de Hacienda, Felipe Larraín, al ser preguntado por la prensa sobre las cifras de Precio al Consumidor (IPC), el sonriente ministro dice: “Los que quieran regalen flores en este mes, las flores han caído un 3,7”.
La prensa lo tildó de “romántico”.
La prensa fue, es y será una herramienta de la ultra derecha, sin dudas. Los propietarios de las grandes empresas adquieren canales privados y mantienen conexiones cercanas con Senadores, Diputados y Políticos vinculados a partidos conservadores de ultra derecha. Estos actores son responsables de difundir las odiadas “Fakes news”, la nueva arma social utilizada para implantar pensamientos e ideologías basándose en el odio hacía un contrario, que muchas veces es imaginario.
Los soldados de esta estrategia son los “Bots” o más bien perfiles falsos en redes sociales, encargados de difundir noticias falsas haciéndolas parecer reales. También hay periodistas que se dedican a exagerar éstas “Fakes News” por televisión abierta, brindando una plataforma para diversos ataques cobardes de sus partidarios a cualquier persona que ellos etiqueten como “comunista”.
¿Qué rol cumplimos nosotros en esto? Somos el rebaño que ejecuta las órdenes del que está más arriba, y ya. Los jóvenes periodistas que realizan su trabajo en las calles no son quienes toman las decisiones periodísticas, sino que estas son determinadas por un editor periodístico, cuyas directrices se ven influenciadas por una línea editorial impuesta por quienes son más jefes que él. Así, hasta llegar al directorio, el que también depende de otro jefe que está ubicado “más arriba”, como el Dios de los jefes, por ejemplo: Sebastián Piñera.
Un ejemplo ilustrativo es la adquisición en 2005 de Chilevisión (CHV) por parte de Piñera.
A este último eslabón de jefes, es a quien le importa mucho mejorar su imagen, sus ventas y su arca. El titiritero encontrando un cajón lleno de títeres para manipular a diestra y siniestra. Así ocurrió en 2021 en los Estados Unidos con el asalto al Capitolio. A diferencia que aquí fue todo mancomunado por Redes Sociales.
Nosotros, los ciudadanos a pie, somos los más afectados por cada una de las malas decisiones de quienes ostentan el poder. Toman el poder para trabajar en contra de los sistemas públicos, porque su objetivo es privatizarlos y jamás mejorarlos. Muchas veces, la realidad jamás supera a la ficción. Una cosa es, no querer darse cuenta, o que, no te importe un carajo todo lo que te rodea.
Le digo a Claudia que me siento incomodo porque hay un señor bien vestido mirándome fijamente, me incomoda porque no pestañea. Averiguo quien es, y me dicen que se llama H.P.Lovecraft, esta colgado junto a Edgar Allan Poe en uno de los salones del Macabras Cine Bar.
En un telón del fondo del lugar se proyecta “Bad Taste”, una de las primeras películas de Peter Jackson. Tomamos posición en una mesa y ordenamos una de las mejores hamburguesas que nos hemos probado en la vida: La Leatherface. Acompañada de unas papas fritas gigantes y una pinta de IPA. La agradable noche otoñal agrega un clima encantador a nuestro entorno en San Telmo.
Disfrutando de una de las películas icónicas en la historia del cine, donde se utilizó una cantidad exagerada de sangre artificial, saboreamos cada bocado de nuestro plato. El bar, con su estilo gótico y barroco, rinde homenaje al Terror. Por sus rincones se pueden encontrar obras de Hans Rudolf Giger, creador de Alíen y otros bichos extraños. La Ciencia Ficción impregna este lugar, con el que hicimos match desde la primera visita. Y así, semana tras semana, aumentamos la frecuencia de nuestras visitas. La cartelera es fantástica y además disfrutas de películas de terror acompañado de una birra.
El lugar, la carta, el estilo y la estética son creación de Hernán David López Ayala, a quien le corresponde todo el crédito por tan detallado y delicioso lugar.
El cine no siempre es político. La política, no es cine; es real. Pero sí, podemos hacer un cine político, sin duda. Criticar la labor de los gobernantes es un acto político. Somos ciudadanos, tenemos derechos a expresar nuestro descontento por aquellos que nos gobiernan. Durante décadas, el poder ha estado secuestrado por aquellos que tienen más dinero. Las leyes y las cárceles parecen estar diseñadas exclusivamente para los pobres, los que, indignados, hemos vivido así por años.
Con varias pintas de IPA encima, estamos discutiendo con un grupo de borrachos sobre el mandato y las decisiones importantes en la sociedad actual, planteándonos las siguientes preguntas: ¿Qué es el poder? ¿Quién tiene el poder? ¿Cuánto poder se puede llegar a tener?
Bien, respondo yo. Poseo un poder de decisión que me permite elegir como avanzar en mi día a día, llevándome a diversos destinos según el camino que elija. Es por eso estoy aquí, ahora.
¿Qué pasa cuando esta decisión no está en tus manos? Cuando debes ejecutar lo que te han pedido porque es tu trabajo y has aceptado ese rol al firmar un contrato que detalla tus responsabilidades.
¿Qué puede hacer un trabajador a quien le han inculcado que trabajar es lo único que lo dignifica? Al final, parece significar que, si tienes trabajo ya eres parte de la sociedad, independientemente de la naturaleza de ese trabajo. “Chamba es chamba”, como dicen.
Lo que quiero trasmitir es que existen límites, ya que todos tienen un jefe que impone tareas a las cuales no te puedes negar. Si te resistes, pierdes el empleo y se te reemplaza por alguien que sí haga la pega. También posees el poder de decir que no y marcharte. Vo velah.
La historia de Gus va un poco por ese camino. Gustavo es una persona que le gusta lo que hace porque eligió esa profesión. Noche tras noche, su trabajo es encargarse del cine bar.
¿Has soñado alguna vez en tener tu propio bar y hacer lo que se te cante el culo con él? Administrarlo, atenderlo, empedarte y vivir por las noches contando historias de eventos particulares donde personas hicieron proezas fuera del alcance de un ser humano a pie, estando muy borrachos.
Gus no es propietario; trabaja allí y es quien lo cuida, sirve y atiende. También es el cinéfilo que diseña la programación mensual y organiza los eventos adicionales, que a veces incluyen lectura de poesía, exposiciones fotográficas, artística o estrenos de cortometraje realizados por un equipo de jovenes soñadores de primer año del IDAC. Estos eventos tienen lugar en alguno de los salones del Cine Bar.
La historia de Gus va más o menos así…
Gustavo (30), tez morena, de 1,70 de altura. Pelo corto y con un mostacho bien cuidado. Tranquilo y cuidadoso. Es maniático de la simetría y de estar ordenado. Trabaja de Mozo en un bar ubicado en el barrio de San Telmo, Buenos Aires, Argentina. Es un bar temático estilo gótico. Todos los viernes llega a las 17:00 horas teniendo dos horas para ordenar. Él dice que: - La perfección toma tiempo. Aunque pocos noten su delicado gusto de la simetría al ordenar las mesas. Gustavo, tiene su propio manojo de llaves, así que no tiene problemas al ingresar al bar.
Ubicada su mochila donde no moleste. Enciende el computador, el equipo de música y coloca el disco: “Bright mississippi de Allen Toussaint “. Se Pone su delantal y comienza a barrer al ritmo de la música.
Habiendo tres salones de distintos tamaños. Gustavo inicia con el salón más pequeño y terminando con el salón grande que está al final. Luego pasa un trapo con detergente por todo el piso y pone aerosol aromático, casi como una danza. Cuando son las 18:00 horas, siente que golpean la puerta, baja la música y nota que llega su colega Igor Levandovsky (50) Descendencia Rusa, de tez blanca, 1,50 de altura, mal aspecto. Rockero y borracho. Con una lata de Brahama, entra y sin hablar nada con Gustavo, pasa directo a la cocina. Gustavo, echa un vistazo para afuera, al no ver a nadie conocido, entra y continúa con su minucioso trabajo. Se fija que le queda sólo una hora para terminar y abrir a todo público. Rápidamente va a la cocina en búsqueda de vasos limpios, los seca. El siguiente paso es ir mesa por mesa, con una cinta de medir. Cada mesa tiene que estar a tres metros entre sí. para que cuando sean ocupadas quede un pasillo para transitar con los platos. La separación de la silla tiene que estar a 15 cm. de la mesa, eso es para que quepa la mano al momento de tomarla.
En ese mismo momento llega el Jefe, sólo oímos una voz grave que le dice a la pasada a Gustavo: Che, Guz, prepare el salón grande, porque hoy hay fiesta. Le voy a poner onda a ésto.
Gustavo paralizado en el lugar. Todo se vuelve de color rojo. El jefe encendió las luces del lugar. Todo se pone en silencio en el interior de Gustavo. Poco a poco comienza a ponerse nervioso. Detiene todo trabajo que realizaba, rápidamente y temblorosamente se dirige al salón grande. Primero saca algo de su mochila y se lo mete al bolsillo sin que nadie note lo que hizo. Pone una mesa en el centro, dos copas y doble porción de cubiertos.
Al terminar se dirige en dirección de la cocina, llega y se queda de pie en el marco de la puerta mirando hacia su interior donde está el Ruso cocinando.
Justo detrás de Gustavo hay un patio interior pequeño y dos puertas en frente de la arrinconada cocina. Esas dos puertas son los baños del lugar. De pronto pasan dos sombras dibujadas en el piso del patio. Gustavo las ve, también nota que entra un chico de 18 años Moreno y 1.65 de altura. Igor, le hace señas a Gustavo. Éste se pone aún más nervioso y acierta con la cabeza. Los dos se paran en la puerta del baño, primero entra Igor, el que lleva un machete en sus manos y después Gustavo.
En su interior hay una fuerte pelea, un forcejeo largo, se escuchan palabras en Ruso. Un chorro de sangre salta a la ventanillas de la puerta y poco a poco se va calmando la pelea hasta ya no emitir ningún tipo de ruido. Se quedan unos minutos ahí, de pronto escuchamos que comienzan a cortar carne y a quebrar huesos. Vemos los pies de Igor salir primero, luego los pies de Gustavo. Éste se queda en el marco de la puerta del baño. El cocinero se va a cortar, machacar y cocinar lo que cazaron. Gustavo, envuelto en sangre y paralizado, tratando de procesar el momento. Reacciona, se mira en el espejo del baño. Se lava la cara y las manos, se da ánimos. Sale del baño e Igor le hace señas que ya está listo el plato para que lo sirva. Toma una bandeja gris con una tapa circular del mismo tono. Comienza la caminata hacía el salón grande. Va cagadisímo de miedo hasta las patas, caminando lentamente. Llega al salón. En él hay dos personas con antifaz. Dos hombres (60) gordos, grotescos, vestidos formalmente. Gustavo, Posiciona la bandeja en el centro de la mesa. Destapa su contenido. En él hay una parte fresca del cuerpo humano. Los gordos se alegran muchísimo. Gustavo sale tembloroso del lugar. Mientras atrás los dos gordos devoran la carne fresca, de pronto cae uno al piso, luego el otro. Muriendo Atragantados en el lugar.
Fin.
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Saludos, Dan.
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